El sobrepeso desmesurado se interpreta como «obesidad», termino al que desde hace cuatro años atrás se le ha considerado como una enfermedad multifactorial difícil de contrarrestar.
Aunque existe amplia gama de tratamientos para la obesidad y reducción de estómago, la mayoría dejan entrever lo complicado que es para una persona obesa perder peso, y sobre todo, conseguir que los kilos que han bajado se mantengan. Por nombrar algunos: dietas, clínicas de adelgazamiento, hipnosis, tratamientos hormonales, centros dietéticos, técnicas para suprimir el apetito, fármacos, terapias, etc.
De todas las alternativas nombradas anteriormente, las dietas siguen siendo el tratamiento popular en el mundo entero. El reducir la ingesta de calorías es uno de los elementos clave en ellas; sin embargo, el decidir que dieta es la que te conviene, dependerá única y exclusivamente de un profesional que evalúe tu condición física y tu historial médico.
En segundo lugar, llegan a tus manos los famosos pero dudosos fármacos anti-obesidad. La palabra ‘dudosos’ hace el trabajo perfecto de un calificativo para algo que todavía no se ha encontrado. Por muchos años, la ciencia ha buscado una «pastilla mágica» que permita a las personas erradicar la obesidad, esto sin emplear dietas o sin acudir al gimnasio.
Hasta hoy, está pastilla mágica continúa siendo una utopía. Del mismo modo que esperamos la cura para otras enfermedades de incidencia mundial.
Finalmente cerramos edición con los tratamientos quirúrgicos de la obesidad. Los hay del tipo que requieren cirugía y los que no. Estudios demuestran que una de las más efectivas y de menor riesgo, es la cirugía bariátrica, una solución efectiva y comprobada.
Por lo regular, los candidatos ideales para este tipo de tratamientos son aquellos con un IMC superior a 40, o pacientes con un 200% de sobrepeso.